No recess

(música temática - School - Nirvana) Es muy fácil proponer una sociedad sin escuelas. Es muy fácil proponerla, hacerla me parece un poco más complejo. ¿Quien propone una sociedad sin escuelas propone también una sociedad sin liceos ni universidades? ¿Dónde aprendió a escribir ese muchachito, es un recital de punk o algo así? Más allá de que me opongo a semejante graffiti, fácil, irresponsable, paradójico y reduccionista de algo tan complejo como la educación, más allá de eso creo que sí es bueno re pensar los términos educativos actuales, al menos a nivel escolar. La escuela (por lo menos la escuela uruguaya en la que yo fui educado) tuvo algunos pilares básicos que no resisten el más mínimo análisis cuando se los pone en cuestión. Tiene visos militaristas con cosas como hacer fila guardando un brazo de distancia, honrar los símbolos patrios y regirse absolutamente como un subalterno sometido a una jerarquía de responsabilidades y tareas. Además de eso, la escuela, tal como está diagramada actualmente, separa disciplinas de estudio de forma caprichosa aislando algo que se nos presenta como un todo ingente. Pero quizá el pilar esencial del sistema escolar está en educar una sociedad de la pura competición, basada en el método pavloviano (usado con perros para enseñarles a hacer trucos) de castigo y recompensa; cagándose en los rezagados o expulsados del sistema, que se rezagan una vez y difícilmente se ponen a tiro del resto gracias a un sistema al que no le interesa adaptarse a sus componentes. La escuela se ha convertido en un método de control social, y esa no debería ser la finalidad de un instituto educativo. La escuela fue un instituto generado para civilizar e introducir a la vida en sociedad mediante la trasmisión de saberes básicos que deberían permitir valerse de instrumentos para pensar libremente, pero no se comporta únicamente como eso. Educa interpretaciones de lugar, espacio y pertenencia (patriotismo), educa sistemas de puja social en los cuales “repetir el año” (los años nunca se repiten, siempre avanzan) es una humillación indigna reservaba a la escoria social y dan premios (el estúpido orgullo de ser abanderados) a los que mejor repiten esos sistemas concéntricos autoreferenciales, premios falsos (llevar o custodiar una cacho de tela no te hace mejor que nadie) destinado a la mera exaltación de la propia lógica escolar, disciplinaria y cuadriculada. No estoy de acuerdo con una sociedad sin escuelas, pero tampoco estoy de acuerdo con una sociedad con estas escuelas irreflexivas y repetitivas. Paulo Freire dice que para educarse el primer paso es “reconocerse incompleto”, y añade que para enseñar también es necesaria esa “incompletitud”. La escuela no se demuestra incompleta ni abierta al reaprendizaje o intercambio de conocimientos, más bien todo lo contrario. El perfil de un maestro escolar dista muy poco con el de un déspota, dado que no admitirá otra opinión que la suya, dirá cuál es el comportamiento (formar, vestir, disciplinar) y el pensamiento apropiado (una sola visión de los hechos, el mito artiguista es un ejemplo de esto). Me deja la sensación de que muchos maestros escolares no son más que personas que desean sentirse respetados y obedecidos, y que al no poder lograrlo con gente medianamente pensante lo que hacen es introducirse en instituciones que les permitan ejercer poder y alimentar su ego de mandamás, instituciones que los amparen para dar ordenes que deben ser obedecidas y con integrantes que siempre les rendirán un indulgente culto sumiso. Habría que evaluar menos a los alumnos y un poco más a los educadores.

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