como si tuviese ganas

a fin de cuentas tengo ciertas potestades sobre mí. puedo estar para la nada misma, puedo elegir o permitirme el peor de los estados depresivos que viví, la angustia (existencial o de pura paja), la risa boba (suponiendo que hay otra risa) o la desafección emotiva al punto de la desmotivación. puedo leer sobre los etruscos o sobre la composición química de un estimulante de sustrato vegetal. cuestión que serle ajeno a algunos estímulos externos, algunos apenas, aparece como un método de autoreclusión (auto en tanto voluntario) narcicista capaz de proporcionarte cierta homeostasis con la cual valerte por vos mismo al tiempo que depender (en buena parte, al menos) de no mucho más que tu propio ser, suponiendo que podemos delimitar tal causa|cosa.
nada es muy permanente y todo necesita su tiempo, y todo pasa y todo queda, en un desenvolvimiento abstruso sometido a la constate y casi caprichosa interpretación, replicamos a escala pedazos de nosotros en el mundo que nos rodea, reverberamos resonando en nuestras formas de amar y en las acepciones que le damos a la idea de vida, sobre la que proyectamos cuestiones propias, humanizándolas, ontologismo de lo imperfecto.
a veces estoy tan aburrido que prefiero morirme. a veces recuerdo que no todo lo que me entretiene me hace olvidar que vivir es un padecimiento, un constante fluir que me empeño a olvidar refugiado en la calidez de un acento hermoso

Comentarios

Carla ha dicho que…
Está la otra risa., La verdadera. :D

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